El cambio climático presenta desafíos significativos para la gestión sostenible del ciclo urbano del agua y el cumplimiento del derecho humano al agua. Es crucial garantizar un acceso equitativo y seguro al agua potable y al saneamiento, especialmente en un contexto de creciente variabilidad climática y eventos extremos. El nuevo escenario afecta la disponibilidad de agua, la seguridad de personas e infraestructuras, e intensifica las tensiones sobre los recursos compartidos entre regiones y países.
La adecuada prestación de los servicios del agua en el entorno urbano es esencial para garantizar la sostenibilidad de los recursos hídricos. Cada etapa del ciclo urbano del agua—captación, tratamiento, distribución de agua potable y gestión de aguas residuales y pluviales—debe integrarse de manera coherente en el ciclo natural del agua. Es necesario un enfoque integrado que aborde las necesidades urbanas, a la vez que minimiza los impactos negativos de la urbanización y de las actividades humanas y el cambio climático sobre los espacios que proporcionan servicios ecosistémicos, reconociendo y protegiendo las eco-dependencias existentes.
Debemos trabajar para crear, adaptar, y reforzar mecanismos innovadores de gestión – técnicos, jurídicos, de gobernanza – que incorporen de manera transversal el enfoque de riesgo que plantea la Directiva de Aguas Destinadas al Consumo Humano (Directiva (UE) 2020/2184) y la propuesta de Directiva de Aguas Residuales Urbanas, concretado en aspectos como la protección de las masas de agua, la gestión de la escasez, los nuevos retos relacionados con la calidad del agua (como los contaminantes emergentes), el desarrollo de infraestructuras resilientes que potencien los procesos naturales, e incorporen a la ciudadanía en los procesos de decisión. Todos estos elementos son vitales para que las políticas públicas se adapten a las nuevas realidades y protejan efectivamente el derecho humano al agua y al saneamiento y el buen estado de los ecosistemas de los que depende su realización.