El peso de las actividades agrarias en el uso y consumo del agua, en términos cuantitativos y cualitativos, sitúa el nexo agua-alimentos-energía-ecosistemas como un elemento prioritario para nuestra sociedad. Con toda seguridad, estas cuestiones van a ganar relevancia en los próximos años, debido fundamentalmente a las presiones generadas por el crecimiento de la demanda de agua, intensificada por la consolidación de modelos de producción hiperintensiva y los efectos del cambio climático.
En este complicado contexto, es imprescindible establecer espacios de diálogo entre los agentes implicados en la gestión del agua agraria y la sociedad civil, basados en el reconocimiento de la compleja interdependencia entre los socioecosistemas hídricos y agrarios. Es necesario aportar ideas y experiencias, tanto desde los ámbitos profesionales como de las organizaciones sociales, que permitan poner en marcha debates, acuerdos y sinergias beneficiosas, con la finalidad de aumentar la resiliencia del sector agrario y de los ecosistemas hídricos frente a los cambios socioeconómicos y ambientales de las próximas décadas. Experiencias como la Mesa Social del Agua en Andalucía, son un referente fundamental para transitar por esta senda de diálogo.
La base de esta interlocución constructiva entre agentes es el avance de la investigación científica desde enfoques tradicionales a través de otros más novedosos inter y transdisciplinares. Se abre una etapa en la que es esencial reforzar la colaboración entre investigadores, usuarios del agua, administraciones y las organizaciones sociales y ambientales. Es tiempo de apostar por las aproximaciones participativas y colaborativas, y de dar espacio a enfoques críticos con aquellas realidades que conducen a la ruptura de los equilibrios ecosistémicos y que amenazan la sostenibilidad de determinados sistemas agrarios. Desde este posicionamiento, surge una variada gama de enfoques temáticos, los cuales reflejan las múltiples interacciones que conectan los socioecosistemas hídricos y agrarios.