T2. Agua y agricultura: diálogos sobre la interdependencia entre socioecosistemas hídricos y agrarios

La agricultura tiene una gran relación con la disponibilidad de agua, en el suelo en los secanos y de recursos hídricos en el regadío, imprescindible para el desarrollo de los cultivos, y al mismo tiempo lixivia parte de los fertilizantes y plaguicidas utilizados, contribuyendo a la contaminación difusa de nuestros ríos y acuíferos.

La importante degradación de los ecosistemas hídricos, que reflejan los diagnósticos de los Planes Hidrológicos de Demarcación (2022-2027), obliga a una intervención en los diversos usos del agua, especialmente el regadío, que utiliza el 80 % de los recursos hídricos, que corrija los desequilibrios ambientales producidos.

Los diversos modelos de agricultura son importantes para asegurar la soberanía alimentaria, mantener los ecosistemas agrarios y producir adecuadas retribuciones y empleo en las poblaciones rurales. Las recientes manifestaciones promovidas por las organizaciones agrarias ponen de manifiesto que el modelo de agricultura cada vez más intensivo, con precios bajos de las producciones, concentrado en grandes explotaciones y con fuertes impactos ambientales produce rechazo en gran parte de los agricultores.

Reconocer la interdependencia entre los socioecositemas hídricos y agrarios es imprescindible para iniciar un diálogo entre todos los actores implicados, con la mirada a los nuevos impactos que nos producirá el cambio climático, como ya se lleva haciendo desde hace seis años en la Mesa Social del Agua en Andalucía. Es necesario aportar ideas y experiencias, desde ambos sectores, que permitan debates, acuerdos y sinergias beneficiosas que aumenten la resiliencia de la agricultura y de los ecosistemas hídricos frente a los cambios socioeconómicos y ambientales de las próximas décadas.