AT3. Paisajes del agua: la inaplazable asignatura pendiente

El agua en la cantidad y calidad necesarias es vital para que todos los ecosistemas nos sigan aportando sus múltiples servicios de los que dependen las poblaciones humanas y las distintas actividades económicas y sociales. Estas dependencias son poco visibles en muchos casos, pero no por ello menos esenciales. Mantener o recuperar la buena salud de los ecosistemas, específicamente de los asociados al agua en sus múltiples manifestaciones (manantiales y sus ecosistemas fontinales, acuíferos, ríos, humedales, deltas y estuarios, zonas litorales) es, por tanto, mucho más que una obligación legal de las normativas europeas y estatales: es una condición previa para sostener los sistemas socioeconómicos. Los grandes costes económicos y sociales provocados por la crisis de ecosistemas del agua como la laguna costera del Mar Menor constituyen un doloroso ejemplo de ello.

Los escasos avances en la recuperación y mantenimiento del buen estado de todas las masas de agua (objetivo improrrogable que se debe avanzar en 2027), la insuficiencia de los caudales ecológicos, el avance de la sobreexplotación y de la contaminación de acuíferos, especialmente la procedente de fuentes difusas como la agricultura y la minería, la alarmante pérdida de biodiversidad fluvial, con múltiples especies endémicas en peligro de extinción, la desecación creciente de manantiales, la situación crítica de humedales tan emblemáticos como Doñana, el Mar Menor o Daimiel y las consecuencias de una gestión de deltas, estuarios y zonas costeras que olvida su dependencia de los ríos que los alimentan, muestran la urgente necesidad de un cambio sustancial en las políticas del agua, situando el buen estado de los paisajes del agua en el centro e integrando medidas para su recuperación y conservación, como la restauración fluvial y las soluciones basadas en la naturaleza.